Tenemos diversos tipos de articulaciones. Las más comunes son las denominadas articulaciones sinoviales. Este tipo de articulaciones consisten en la unión entre dos huesos separados, sujetados por una cápsula articular y ligamentos. Estas articulaciones están rodeadas por líquido sinovial, siendo éste un líquido claro y espeso.

 

Cuando la persona estira o dobla la articulación, como por ejemplo las rodillas, provoca que los huesos que la componen se separen y produce un estiramiento de la cápsula articular. Estirando esta cápsula se produce un aumento del volumen del líquido sinovial y una disminución de la presión. A la vez que esta presión disminuye, los gases disueltos en este líquido, formando burbujas. Cuando la articulación se estira lo suficiente, la presión intraarticular baja tanto que las burbujas estallan provocando ese “clac” .

 

Este gas suele tardar sobre unos 25 o 30 minutos en volver a disolverse en el líquido sinovial y durante este tiempo las articulaciones no sonarán. Una vez pasado ese tiempo, es posible que la articulación vuelva a sonar otra vez.

 

¿Es bueno hacer sonar las articulaciones con frecuencia?

 

Se cree que hacer sonar o “crujir” en exceso las articulaciones podría acabar afectando al cartílago de la articulación en cuestión, producir artritis, inestabilidad en la articulación y pérdida de la fuerza y de su función.

 

Actualmente, son pocos los estudios que se han realizado para comprobar si hacer sonar las articulaciones, como por ejemplo hacer crujir los nudillos, podría afectar a la articulación. Uno de los estudios más destacados es el llevado a cabo por un médico estadounidense que, durante más de 60 años, se estuvo crujiendo los nudillos de su mano izquierda dos veces diarias. Este médico no encontró evidencias significativas de que este hábito produjera artritis en su mano.

 

En otro estudio más amplio, llevado a cabo en Detroit en 1990, los investigadores examinaron las manos de 300 personas mayores de 45 años. Observaron que la mayoría de personas que sufrían signos de inflamación en sus manos solían crujirse los nudillos. Aún así, los autores de este estudio desconocen si esta inflamación estaba relacionada, o no, con el hecho de haberse crujido los nudillos.

 

En osteopatía el «crujido» es un signo de que la técnica (siempre que sea mediante la manipulación realizada por un osteópata) se ha realizado correctamente y se ha conseguido la finalidad de la manipulación, que es modificar la mala posición de un hueso que provocaba dolor.

 

CategoryFisioterapia
Write a comment:

Deja un comentario